Domingo está feliz. MAL. Ese líquido azul lo dopó cabrón y no para. Juega, o sea, posta que es una mascota.
Responde, baila al ritmo del sonido de mi celular, elige VH1 antes que Mtv, come, nada rápido y… salta.
Tengo miedo. Está dando saltitos de felicidad que me temo que podrían llevarlo a la sequedad de la alfombra.
Es “libre”. Que juegue, que se divierta, que salte.
Siempre pensé cuando viajo o hago alguna cosa de riesgo, “bue, mejor morirme así”.
Pd) acaba de ponerse literalmente vertical. Este pez no es ningún pescado.
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