En estos tiempos encuentro lagunas, se ven desde lejos, pero se sienten de cerca.
Necesidades de calma y brisas tranquilas que soplan palabras e historias que crean remolinos en mis miradas.
Es hundirse hasta el fondo de la laguna, donde yacen los árboles, moviéndose al ritmo de las corrientes internas, que se mezclan con las mías, y parecen bailar.
Yo no. Yo no bailo. Los veo, desde cerca.
Necesidades de qué? En la mezcla se pierden colores.
Forma negativa de verlo, pero tantos no suman, tantos son marrón.
Son esos espacios, y si no estuvieran, seguramente habría otros.
Pero no. Los lugares están llenos de esos escenarios; por lo menos los míos.
Quiero la superficie. Quiero el nivel del mar. Quiero onomatopeyas que no sean de historieta.
La mía la escribo yo. Y los colores que le pongo, a veces si son muchos.
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