17.7.07

Trabajoso

Desde la ventana en donde estoy sentada, estoy viendo a un tipo que barre la vereda; la calle en realidad, porque es justo debajo del cordón, donde se juntan esas hojitas débiles, que no llegan ni a subir los 15 cm. de altura.
Lo miraba y pensaba en qué estará pensando él. No sé, es que nunca tuve un trabajo en el cual pudiera pensar en otra cosa más que en la que estoy haciendo. Y genial. Genial el poder estar a full con algo. Genial el poder meterle todo. Genial el tener que usar mi cabe para hacer lo que hago. Cero envidia de la mecánica, la fórmula matemática y el “do-undo”.
Sin embargo, siempre hay peros. En mi vida por lo menos.
Me encanta que haya peros. Son buenos, te permiten la tangencia de los momentos, las múltiples opciones y las posibilidades de nuevos caminos.
Claro, otras veces, se cierran ventanas y ni siquiera se abren puertas, pero en fin, suelen coparme los peros (se diga lo que se diga de ellos).
Entonces decía que en este pero, tocan días como hoy, como ayer. Días en los que aunque quiera, no estoy en lo que debería estar, y al ponerme en otro lado, dejo de hacer lo que debería, para pasar a flotar en un mundo de ideas, de nuevas ideas, de recuerdos, de imágenes y de más imágenes; las cuales, no hacen más que llevarme a otro sitio, a un sitio que a pesar de estar, quisiera no.
El tema es que es impresionante como al tener que usar la cabeza para trabajar, cuando ella decide trabajar por si sola, mi cuerpo queda a su disposición. Y en realidad, si lo pienso bien (si mi cabe me lo permite, obvio) así es siempre.
El tema está en poder dominarla, en poder decidir cuándo duele y cuándo no. Dónde se siente, y dónde no. PERO, una vez más, es un gran tema.
Esta es una de esas notas en las que divago. En las que escribo, paro y vuelvo a la hoja, para ver si en realidad opino igual que hace 5 minutos. Y si, hoy si.
Y qué concluyo, no sé. Por ahí, hoy toca no concluir nada, dejarse llevar, como una vez me dijo el astrólogo, a lo que yo respondí con un:
“Pero, y cómo nos damos cuenta de cuando es momento de dejarnos llevar, y cuando es tiempo de mover el culo?”.
A las hojitas se las lleva el viento (como a tantas palabras) y las pobres hojitas, no tienen culo que mover o cabe que usar, así que nada. A disfrutar de este tranquilo hombre “inpensante”, a volar un rato por la superficie de mis más profundos sentires, y a volver al día, que aún es temprano y aún tenemos una clase de inglés a la que ir (tenemos, mi cabe y yo).

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